El dueño de La Opinión de Granada despide a los 45 trabajadores con la excusa de la crisis

• Comunica por sorpresa que el diario cierra de un día para otro
• Última edición el 6 de noviembre, tras seis años
de actividad


Como la de Santiago Nasar, la defunción de este periódico ha sido una muerte anunciada. Nos vamos tras Ayala, pero sin conseguir el prodigio de llegar vivos a los 103 años. Quizá este proyecto se comenzó a torcer el día que cayeron las dos torres de Nueva York. Para entonces el señor Francisco Javier Moll de Miguel, dueño del grupo editorial Prensa Ibérica, se había hecho con este edificio que CajaGranada sustituyó por su sólido cubo de la carretera de Armilla. Se siguió torciendo cuando el que iba a ser el director de este diario –un proyecto, dicen, largamente acariciado por el empresario– eligió otro grupo editorial para desarrollar su carrera profesional. A pesar de esos malos augurios, el 26 de octubre de 2003 salimos a la calle. Pocos quedamos ya de aquel primer nutrido grupo de jóvenes trabajadores. Pero los de entonces, y los que
se han ido incorporando en estos seis años de andadura, hemos intentado dar lo mejor de nosotros para sacar adelante este periódico. Como todo proyecto empresarial que comienza, teníamos grandes pérdidas, acentuadas por la escasa venta en los kioscos. No hace tanto, Granada desayunaba con la noticia de Ideal de que La Opinión de Granada estaba en quiebra técnica. Desde la gerencia las noticias siempre fueron tranquilizadoras: pertenecíamos
a un grupo editorial fuerte, con cabeceras consolidadas y no corríamos
peligro. Como dato extraoficial, fuentes sindicales de Prensa Ibérica aseguran que las ganancias de don Javier Moll alcanzaron los 22 millones de euros en 2008, cuando ya la crisis hacía mella en el tejido empresarial español. A pesar de los recortes, de que la plantilla cada vez era más exigua, y en honor a la verdad, cada mes hemos cobrado religiosamente nuestras nóminas. Hoy, esta tarde, la dirección de Prensa Ibérica ha comunicado al comité de empresa que el de hoy, el 2.183, será el último ejemplar del periódico. Las razones que arguye son las pérdidas y la maldita crisis. Las mismas que cada mes, con las cifras del INEM, desde que comenzó esta espiral de las hipotecas basura, publicamos y repicamos en todos los medios de comunicación. El próximo mes, los 45 trabajadores de La Opinión de Granada seremos un número más en esa larga cifra que en octubre alcanzó los 84.067 granadinos sin empleo. Hoy, y ante los que todavía podéis seguir contando noticias, certificamos nuestra muerte. Tal vez en algún momento la autopsia determine las causas exactas de esta defunción. Nosotros nos resistimos a echarle la culpa a la crisis, aunque todavía no sabemos quiénes son los hermanos Vicario en esta historia.